Reputación

Tirita el misterio: En serio. Y como no tengo problema en hacer una declaración de principios pese a que con ello ponga punto final a determinadas posturas propias del gesto apostado sobre sus propietari@s, pues yo voy y lo suelto. Intentaré explicarme. No soy nadie. No presumo de nada, no voy hacia otro camino que el mío, cuyos senderos elijo como me da la gana, que para eso uno es libre y ejerce sus voluntades.

Opinión | 16 de enero de 2012
Consuelo G. del Cid Guerra

Para los que -consciente o inconsciente.Mente- se creen descendientes de la pata del Cid (por cierto, el apellido es mío) cuyo delirio personal me transfieren al pensar -unos- comentar -otros- y decir -los menos- que he caído muy bajo relacionándome con cierto tipo de gente, escribiendo sobre determinados temas o jaleando cotarros ágrafos, para tod@s ell@s, digo, la cosa va -por lo que a mí respecta- como sigue:

-Siempre he mantenido la misma postura. Siempre he dado la cara. Siempre he sido idéntica.Mente loca o cuerda. No cambié de gesto ni voy a hacerlo ahora. Pese a los avatares de la vida, me considero un ser afortunado por tener los amig@s que tengo. A aquellos que se han mantenido en el tiempo (pero que mucho, mucho tiempo) y los que he re.encontrado gracias a facebook. Mis compañeras de colegio, instituto, internado. Grupos cuyas causas comunes nos acercaron en su día. Colegas de trabajo. Conocid@s, circundantes.

No todos son intelectuales, obvia.Mente. Algun@s tienen faltas de ortografía, cuelgan vídeos chistosos, provocadores e incluso vulgares. Me importa un soberano carajo. Seguiré riéndome con ell@s y compartiendo cosas, porque son mi gente. La reputación me tiene sin cuidado. Es más : Ni la quiero. Ando por mis fueros como me viene en gana y no tengo por qué justificarme. Al que no le guste, que se largue. Estoy hasta el arco de triunfo de aspirantes a gloria, de escribidores -consagrados o no- que se creen habitar las zonas vip de quién sabe dónde, de escritores vanidosos, elitistas, ególatras y endiosados.

De un mundo que no existe excepto en su imaginación, y del que existe en los parnasillos literarios de patata frita donde la presencia cuenta -corriente- sólo  para que te vean, por si cae un editor, un artículo o un polvo. De discursos falsos en pos del estrellato-comité. De interesadas solidaridades y de silencios absolutos cuando se trata de colaborar, porque nunca ha sido lo mismo echar una mano a que la metan (la mano, of course).

De envidias, traiciones, personalidades dobles, consumiciones triples, apuntes y apuntador@s. De señoras y señores que jamás lo han sido ni lo serán. Apuesto por muchos que escriben mal, pero saben ser. No me importa de dónde vienen ni me cuestiono otro asunto que su autenticidad.


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