Con sabor a melancolía

Piel con piel,  y parece que estén hechas a imagen y semejanza, con el mismo molde, fragancias que se adoran, que en el aire se pierden, subidas que bajan y mientras tu vas bajando yo voy subiendo, besos mañaneros y amantes que se callan, que se mantienen en secreto, que se miran y se esconden, que se huelen y se buscan, miradas que no se encuentran dada mi cobardía, acento circunflejo en mis palabras afrancesadas, refinadas, cuidadas y tus manos bárbaras, que me agarran, que me amarran a este lugar, a esta locura y tus mentiras descuidadas que se lanzan sobre mí como fieras, que me arrancan el alma.

Opinión | 12 de noviembre de 2011
Cristina Sánchez Hernández

Quiero desayunarte a ti, todos los días, con sabor a melancolía, de aquellos días en que esto escribí, en un mañana contigo, quiero repetirte hasta saciarme, quiero reflejarme en tu calma, quiero ser tu agua y ser amante viva dulce y amarga de todas tus noches hasta que nos despierte el alba, quiero leerte entre líneas y recitarte, tú que eres mi poesía, quiero que los poetas  brillen con tu rima.

Piel con piel, que de tus besos viste mi cuerpo, en el mismo punto sin encuentro, se oponen tozudos nuestros encuentros, pero el convexo de nuestras noches es álgido momento que no olvidan nuestros recuerdos, y en el cóncavo de mis sueños se encuentra mi mayor deseo; Quiero desayunarte a ti, todos los días, con sabor a melancolía, de aquellos días en que esto escribí, en un mañana contigo, quiero repetirte hasta saciarme, quiero reflejarme en tu calma, quiero ser tu agua y ser amante viva dulce y amarga de todas tus noches hasta que nos despierte el alba, quiero leerte entre líneas y recitarte, tú que eres mi poesía, quiero que los poetas  brillen con tu rima.


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