Hace cuatro días se gritaba "policía, únete", al principio de todo esto, recién acampados, duchados bajo una indignación lógica y hartos de bordear el abismo por la fuerza y contra nuestra propia voluntad. Los que se encuentran cerca, los que anduvimos lejos, todos los que somos sobre los que ahora están.
La salud pública es el hedor de la banca. Ninguna manguera oficial cuenta con diámetro suficiente para eliminar tanta mierda. Huele. Duele. Convertidos en víctimas de su sistema métrico decimal, que no era el nuestro. En consecuencia, no sabemos del todo cuánto nos pertenece, lo que debemos, lo que se nos demanda, lo que hemos perdido, lo que durante años se nos exigirá con carácter moroso, odioso, tedioso, lacrimógeno y -tal vez- con gas, la chispa de esa vida. Consuma, luego despista.
Tras esta batalla útil, no se sabe del todo qué es la pobreza. Sobre tanta carencia se confunde el discurso, su mensaje, la queja, esa falta de medios recurrente, lamento marginado, margen templado a la par que revuelto.
Era de esperar. La fuerza policial, sus actos de presencia sobre la ausencia de lo elemental: Techo y comida . Es de lo que no hay.
Para muchos, esta fotografía representa la brutalidad de los mossos. Otros -pásmense- aseguran que se trata de un gesto solidario : Respiración asistida. Vamos mal, no sólo en este sentido. Las dos Españas se han marcado de nuevo en su eterna lucha sin cuartel.