El limite es territorio comanche. Se traspasa contra corriente, contra todo pronóstico y sus elementos. Su victoria no es tal, puesto que se transforma en supervivencia. Los daños colaterales permanecerán en nuestra memoria hasta el último día. No nos reiremos de ello: Jamás.
Opinión | 27 de abril de 2011Existe un estado superior a la muerte, y es desearla en vida. Porque sobre ese deseo se posa la más absoluta de las desesperaciones, la impotencia definitiva, y aunque no tiremos la toalla, ella solita se nos caerá de las manos tras secar el último chorreo de un sudor enfermizo, el líquido del miedo, las gotas de un rocío que a oscuras no existe, pero es real, tan real como el infierno de la vida.
Son lágrimas conscientes. Descargas reclacitrantes sobre los huesos, mareos que confunden imágenes, puesto que incluso la visión se altera. Es el vértigo. Es pánico.
Hay muchas formas de acompañar en el sentimiento. Resulta tremenda.Mente fácil cuando se trata de un muerto. Basta con acudir al funeral, emocionarse lo justo ?o injusto- y dar un abrazo ?verdadero ó falso-. Sin embargo, acompañar real.Mente en el sentimiento cuando se sufre en vida y participar en la lucha incondicional a muerte, a verdadera muerte, sin circo social, sin más reconocimiento que los latidos de tu propio corazón, eso es muy jodido.
-Te deseo de verdad que lo tuyo se arregle.
-Te llamaré para saber cómo estás.
-Suerte.
-Fuerza.
Al soberano carajo todos. Todos los que no se han mojado desde que su santa madre tiró el último pañal meado. Los de la lágrima fácil que lloran en las películas y se escoden como gusanos ante la vida real. Los que huyen del problema, la implicación, la generosidad, la solidaridad. Los que son lo que son porque jamás han dado, y en consecuencia, tienen lo que tienen, y por tanto, no valen.
Compañera del alma, compañera. Hoy dejo sólo esta canción y sigo en el tajo. Porque pelearé a destajo por lo tuyo, que es lo nuestro.