El Isabel Clara Eugenia fue adquirido por Falange en 1939, y se llamó entonces "hogar". Dependiente del Auxilio Social,se destinó a la beneficencia, y las Hermanas de la Caridad gestionaron el centro, colaborando hasta 1970 con el Estado. En 1961, en el antiguo salón de actos de aquel llamado "hogar", el que fue Delegado Nacional de Beneficencia y Obras Sociales, Antonio María Oriol y Urquijo, impuso la Gran Cruz de Orden Civil de la Beneficencia a la delegada nacional de la Sección Femenina, Pilar Primo de Rivera, Condesa del Castillo de la Mota. En el miso acto fue también premiada Mercedes Sanz Bachiller, fundadora del Auxilio Social. El rastreo del lugar no deja lugar a dudas : Cárcel de menores disfrazada de la vieja caridad impuesta que muy pocos discutían.
Las dulces monjas de la Caridad se cebaban con las niñas internas en el "centro", "colegio" u "hogar" Clara Eugenia ya en los años cuarenta. Los métodos no cambiaron, y actualmente no son más que una extensión modernizada del pasado. María de la O Miguel del Corro estuvo interna de 1974 a 1975:
-Nos levantaban a las seis de la mañana, acto seguido teníamos que estar rezando en el patio, muertas de frío. Las monjas nos pegaban por cualquier cosa. No nos daban más que un vaso de agua diario y teníamos prohibido beber de la fuente. La comida era asquerosa y se nos servía con gusanos incluídos. Había que comérselo todo, porque como alguna vomitara, se lo hacían comer.No podíamos sonreír, y mucho menos reír. Tampoco estaba permitido mantener conversaciones entre nosotras.
Nos tenían trabajando a destajo, de nueve a cinco, sin percibir salario alguno, en sus talleres de trabajo. Cosíamos ropa de bebé y monos.
"Vosotras, las rebeldes e indeseables, no tenéis derecho a ningún tipo de educación", eso nos decían las monjas.
Las internas pasaban hambre y frío. Los piojos y sabañones formaban parte de su existencia sin que nadie moviera un dedo para evitarlo.
-Éramos unas ciento setenta internas, creo recordar -prosigue María de la O-. Las edades oscilaban entre los diez y dieciocho. Dormíamos en grandes salas de cincuenta camas, unas pegadas a otras. La correspondencia estaba censurada, todas las cartas se recibían abiertas. Nos duchábamos con agua helada y sólo podíamos lavarnos la cabeza una vez al mes. No gastaban nada en nosotras, siempre nos dejaron muy claro que no éramos más que una escoria social.Las monjas eran especialmente malas y crueles.
María quiso solicitar su expediente en 2010, dirigiéndose a la entonces directora del Isabel Clara Eugenia, Helena Pérez Martínez. Esta fue la respuesta:
"Lamento comunicarle que los expedientes antiguos que he encontrado no son de este Centro y son todos de niños, no hay de niñas. De todas formas, hay muchas cajas que todavía no he mirado ya que es un proceso bastante largo debido a que muchas de ellas están sin ningún orden ni ninguna identificación. Su caso no me ha dejado indiferente por lo que seguiré buscando por si la pudiera ayudar aunque solamente fuera en lo más mínimo. Saludos
Helena Pérez Martínez
Subdirectora 1ª Acogida I.C.E".
Más tarde, le fue negada toda documentación. Como si nunca hubiera existido. Pero María estuvo allí, y por ello no le sorprende en absoluto lo que está sucediendo actualmente.
-Era una cárcel para niñas cuyo crimen no fue otro que haber nacido. Un sistema totalitario, dictatorial y represivo.
Hasta 1983, las menores dependieron del Tribunal Tutelar y Patronato de Protección a la Mujer.
Las monjas de la Caridad continúan gestionando el centro, junto con educadores, vigilantes y demás personal. Extienden su cometido, el que jamás abandonaron : será que "quien bien te quiere, te hará llorar". Pero los niños escapan, y duermen en el parque. Desamparados como nunca, bajo una supuesta tutela estatal que les define como "menores en riesgo".