La pena de sus víctimas ?más de 800- ha sido de muerte. Hombres, mujeres, niños. Su eterna prepotencia de nuevo se presenta echando un pulso al gobierno, el mismo que asesinó a Miguel Angel Blanco, sin ir más lejos. Las manos manchadas de sangre de esta banda armada llevan su marca para los restos, y no sé perdonar, porque sabían lo que hacían. Lo hacían a conciencia, con gran infraestructura ?ahora perdida- premeditación, alevosía, de noche o a plena luz. No puedo olvidar nada. Ni una palabra de arrepentimiento, la misma actitud triunfante que ahora ?dicen- nos hace el gran favor de no matar. Asesinos en cualquier caso, en nombre de la causa que decidan. Asesinos.