ENTRO en la cadena con interés: aprendo a entrar en el templo, a hacerme sacerdotisa. Soy mala porque obedezco. Amo tanto a mis feligreses, aplaudo la construcción del fraude.
Y todas las noches con devoción envío arrebatadoras cartas de amor a mi miseria emperatriz, la analfabeta. Y en las madrugadas panegíricos a esta Yolanda mezquina, que sabe venderse y
conoce el final.
DESCONCILIO. Me desgarro la boca pero no hablo. Cientos de corredores, miles de corredores, un corredor, otro corredor, los recorrí todos, todos los conozco. Mi cueva es de pizarra, yo ya nada digo, espectáculo del conocimiento, religión de pizarra. Soy la ventrílocua, la que corre cantando por los corredores de plomo, con voz de pizarra. Que sólo el fraude era verdad. Velar desquiciada para que esta máscara ventrílocua no se me incruste en la boca, tengo que correr por los corredores de pizarra, digo muchas cosas, nada puedo hacer para dejar de mentir.
Yolanda Castaño. EL LIBRO DE LA EGOÍSTA. Traducción de Yolanda Castaño. Visor Libros, Madrid, 2006.