Mayo de 2009

Mayo de 2009

En la Revista Cultural del Centro Penitenciario El Dueso han incluido uno de mis poemas:

Cultura | 12 de mayo de 2009
David González

está llena de rayas.

la pared.

rayas verticales.

cada raya es un día,
un día que ha pasado,
que he pasado preso.

por las mañanas,
lo primero que hago
al levantarme de la piltra
es acercarme a esa pared
y preguntarle:

¿a qué día estamos hoy?

Esta revista la coeditan el Centro Penitenciario El Dueso & Aula de las Letras de la UC. Desde aquí, como es habitual, gracias. Ayer fue un día intenso. Trataré de ser breve. A las nueve y cuarto de la mañana ya estaba camino de Santander, a donde llegué tres horas después. Me estaba esperando en el andén Ramón Mauri, Director de Aulas, y arriba, en la calle, Antonio Montesino, Director del Aula de Letras, que estaba con José Luis Reina Palazón, que tenía que pillar tren a las dos de la tarde y que quedó en enviarme una antología de poesía alemana, desde la Edad Media hasta ahora, y que por la nómina de poetas tenía muy buena pinta. Después Ramón, Antonio y yo, en el buga del primero, tiramos hacia Santoña. Allí fue la comida. Luego, después de un Pacharán, nos dirigimos hacia el Centro Penitenciario El Dueso. A ver si me acuerdo de cuántas puertas tuvimos que atravesar. Después de cruzar en coche la primera, hubo que bajarse y pasarle la papela y los móviles a un funcionario, que a cambio nos entregó un pase. Luego, en coche, cruzamos una segunda puerta y llegamos hasta un aparcamiento que está frente al edificio donde, imagino, tienen su despacho el Director de la cárcel y la Subdirectora de Tratamiento, la encantadora Laura Pérez del Molino. Con ella atravesamos la tercera puerta, que da al Módulo de primer grado. Otra puerta y ya en el patio del Módulo de segundo grado. El Dueso es una cárcel especial, por así decir. Tiene grandes extensiones de terreno y desde el patio se puede ver la mar, como me dijo un colega que venía de un talego en que solo se veía cemento. En El Dueso, no. Mucho verde. Canchas para jugar al tenis. Emisora de radio. Talleres de mogollón de historias. Bueno, el caso es que estuve de palique con unos cuantos presos, hasta que llegó la hora de mi recital. Me presentó Julio Barrantes Espada, un preso que se sabía al dedillo toda mi bibliografía y que según me dijo Antonio Montesino era como el representante de mi poesía en el talego y el que más había insistido en que me llevasen allí a recitar. Luego, en presencia, de Laura, di comienzo a mi lectura, sin micrófono, a viva voz. Leí un montón de poemas, sobre todo de mi libro El demonio te coma las orejas, ejemplar que, después de recitar, doné a la biblioteca del talego. Julio me insistió en que leyera el de mi abuela, Humillación. El caso es cuando quise darme cuenta eran ya las cinco y veinte de la tarde. Entonces terminé con el poema El lenguaje de la lluvia y dio comienzo un animadísimo coloquio con los internos, que me preguntaron un montón de historias, a las que traté de responder lo mejor posible. También hubo espontáneos que salieron a leer sus propios poemas, algunos, he de decir, muy buenos poemas, a pesar del vicio del pareado que todos ellos tenían. Me emocionó, en especial, un gitano que me pasó una foto de su mujer y me dijo que se la dedicase y le escribiera algo bonito. Le escribí que ojalá pronto su hombre recuperara la libertad y pudiese estar junto a ella. Otro tío, Carlos Rementería, me pidió que le enviase uno de mis libros, con una dedicatoria para su hijo, Víctor, cuyo cumpleaños es el mes que viene. También a Pedro Reyes Quintana tengo que enviarle un libro. Tengo la sensación de que a Laura no le sentó muy bien mi lectura. Me dijo luego que la cárcel había cambiado mucho en 22 años. Y, en efecto, tenía razón. Por ejemplo, ahora hay funcionarias de prisiones, mujeres. El caso es que hay que dirigirse a ellas de ese modo, llamándolas funcionarias, pues si haces como los gitanos y los marroquís y las llamas niñas te meten un parte, o eso me comentó Laura. Hablando de esto. De cada 20 personas que van a hacer prácticas como funcionarios, 17 son mujeres, lo que, a la larga puede constituir un problema, ya que las funcionarias no pueden cachear a un preso a no ser que esté presente un funcionario. Más cambios. En mi época el dinero nos lo cambiaban por vales de cartón, con los que comprábamos tabaco o comida en el economato. Ahora se utilizan tarjetas de crédito, similares a las que se usan en la calle. Más cambios. Los funcionarios, en contra de lo que sucedía hace 22 años, ya no son residuos del franquismo, sino gente preparada, con estudios superiores... He de decir que me sentí especialmente a gusto con los presos. Y que fue una de las lecturas más cañeras que he dado en mucho tiempo. Después, Julio, que dirige un programa en la emisora de radio de El Dueso, me dijo que si podía hacerme una entrevista en directo, a lo que, como es natural, accedí. Laura, una mujer, ya digo, además de guapa y simpática, inteligente y encantadora, y que estaba al tanto de mi diabetes y de que en breve tenía que ponerme insulina, le comentó a Julio que fuese rápido. Atravesamos el patio en que, ya digo, había gente jugando al tenis, gente paseando, en fin, estaba aquello más animado que las calles de mi barrio durante un sábado por la noche. La emisora era pequeña, pero estaba guay. Así que Julio y otro colega, Gustavo, y un tocayo mío, David, que cumplía 3 años, me entrevistaron y luego finalicé recitando un poema. Cuando salí de allí, de la emisora, eran las seis y cuarto, hora de mi chute de insulina. Fui paseando y charlando animadamente con Laura hasta el edificio donde tiene su despacho, me indicó los aseos y me puse la insulina. Luego me dijo que tenía un regalo para mí. Un libro que recoge la historia de El Dueso:

Luego me dice que espere que tiene otros dos regalos y sube a su despacho y baja con una pieza de artesanía que realizaron los alumnos del taller de cerámica, una verdadera virguería, y con una camiseta negra, con la leyenda NACAR (Naturaleza y Cárcel). En resumen, que Laura, Subdirectora de Tratamiento, mejor no me pudo tratar. Lo mismo tengo que decir de Ramón Maruri y Antonio Montesino, que se hinchó a sacar fotos, que subiré a este blog cuando él me las envíe. Después, antes de subirnos al coche de Ramón y pirarnos de allí, aparece un interno y me pregunta a bocajarro: ¿Qué fue lo que dejaste en la cárcel? La pregunta, muy buena, me pilló de sorpresa y no supe qué responderle. Bueno, le dije: Por tu culpa voy a pasarme el viaje de vuelta pensando en la respuesta. Pero no hay respuesta. Supongo que algo me habré dejado en la cárcel durante los 3 años que pasé en ella, pero sea lo que sea, ayer me di cuenta de que allí ya no estaba o de que fuera lo que fuese que dejé allí ya no existe. En realidad, por extraño que parezca, cuando salí de allí ayer no sentí alivio o alguna sensación parecida. Sentí, exactamente lo mismo que cuando salgo de dar una lectura en cualquier otra parte. Supongo que eso quiere decir que mi ciclo carcelario se completó ayer, en El Dueso. Antes de subir al buga, Ramón me hizo entrega de la revista entre (paréntesis) y de dos números de otra revista: &cétera (revista del aula de letras UC, vicerrectorado de extensión universitaria), que más que revistas parecen antologías pues tienen un montón de páginas y un diseño muy currado y cuyas cubiertas podéis ver acto seguido:

En el número 02, correspondiente a este año, 2009, el contenido es cojonudo. No sé, por citar algunos autores incluidos: Canetti, José Hierro, Franz Kakfa, Robert Musil, Georges Perec, César Vallejo, Simone Weil o Primo Levi, autor de este poema:



SHEMÁ

Los que vivís seguros
En vuestras casas caldeadas,
Los que os encontráis, al volver por la tarde,
La comida caliente y los rostros amigos:
Considerad si es un hombre
Quien trabaja en el fango
Quien no conoce la paz
Quien lucha por medio pan
Quien muere por un sí o por un no.
Considerad si es una mujer,
Quien no tiene cabellos ni nombre
Ni fuerzas para recordarlo
Vacíos los ojos y frío el regazo
Como una rana de invierno.
Pensad que esto ha sucedido:
Os encomiendo estas palabras.
Grabadlas en vuestro corazón
Al estar en casa, al ir por la calle,
Al acostarse, al levantaros:
Repetídselas a vuestros hijos.
O que vuestra casa se derrumbe,
La enfermedad os imposibilite,
Y vuestros descendientes os vuelvan el rostro.

 

En el número 01, año 2008, entre otros, Jordi Doce, Miguel Casado, Juan Malpartida u Olvido García Valdés, autora de este poema:


Si el lobo te ve antes,
te quedarás sin voz. En las podres
entrañas zumban, bullen,
brotan en nubes y formando
racimos, de la trunca
cabeza brota el canto,
de lo podre la abeja.
Los animales se mueven en parejas, si uno
describe círculos
sobre el suelo blanco y luego muere,
el otro en la siguiente noche repetirá
las huellas. Late bajo los pies
el recorrido de otros pies, casi deslumbra
el suelo al encender la luz, negra
naveta diminuta.

 

Finalmente, Laura nos despidió con una hermosa sonrisa, subimos al buga, aparcamos antes de cruzar la última puerta y el funcionario nos devolvió los carnés de identidad, los teléfonos móviles y nos hizo firmar en una hoja. Luego revisó el maletero del coche y después salimos a la carretera. Llovía. Llovió durante todo el trayecto hasta Santander. A las siete y media me dejaron en la estación de autobuses y me despedí de Ramón y de Antonio con un fuerte apretón de manos. Lo cierto es que da gusto encontrarse con gente así por el mundo. Pero el día no había terminado. El autocar salía a las ocho de la tarde, pero llegó con más de media hora de retraso; retraso que se fue ampliando pues el autocar entró en cantidad de pueblos: Torrelavega, Cabezón de la Sal, Llanes... Cuando llegué a la ciudad gris, eran las doce y cuarto de la noche... Y hoy estoy realmente machacado, como si me hubiesen pateado el cuerpo en un callejón, pero estoy contento, feliz (bueno, todo lo feliz que un capullo como yo puede llegar a ser) y encantado de haber cerrado con mi lectura en El Dueso un ciclo carcelario que ya duraba demasiados años... Y ahora, si me lo permites, corto y cambio, que tengo que preparar los sobres y los libros para enviarlos el lunes al Dueso, a los colegas que me pidieron que se los enviase, y yo sé por experiencia propia lo mucho que significa cuando estás dentro del talego que alguien te escriba o te mande un paquete con alguna cosa... Desde aquí, por si lo leen, les mando un abrazo fuerte y solidario, así como el deseo de que todos ellos recuperen pronto su libertad. Y desde aquí, asimismo, otro abrazo, fuerte y solidario también, para Laura Pérez del Molino, Ramón Maruri y Antonio Montesino, que, ya digo, mejor no se pudieron comportar conmigo.


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