De la forja de un rebelde a si te dicen que caí, existe un hueco vital con nombres y a apellidos: Daniel Pont Martín.
Cultura | 02 de diciembre de 2024Sus memorias, recientemente publicadas en Virus Editorial, son una lección de vida y también de muerte inminente, al filo de todas las navajas, contra todo pronóstico y contra corriente. Víctima de esa España franquista que destrozó vidas, partiendo de las bases socialmente despreciadas de por sí, producto de la necesidad, el hambre, la pobreza y el eterno duelo personal en busca de un camino propio.
Para la inmensa mayoría, Daniel no es un ejemplo de nada, pero para el núcleo duro, allí de donde parte la veracidad del pensamiento y la forma de estar en un mundo cáustico, duro y por excelencia maldito, lo es todo.
Ex atracador de bancos, fundador y superviviente de la COPEL ( Cooperativa de presos en lucha), memoria histórica de un país quebrado que maltrató - y continúa maltratando-, presos y personas en riesgo de exclusión. Daniel es un ejemplo de supervivencia. Nada más lejos de la autoayuda, coaching y demás raleas producto de mentes calenturientas ancladas en un marketing que - de tener forma física-, yo sería su asesina.
Entre el azar y la necesidad es un testimonio vivo que duele, aprieta y marca de un modo extremo. El hijo de madre soltera que no fue deseado, el niño que pasó por los orfanatos más salvajes y despiadados, a hostia limpia en manos de reverendas sores, educadores, curas y profesores de no se sabe qué materia, apaleado desde su más tierna infancia. Sin vínculo afectivo, solo, completamente solo, de quien prácticamente nadie esperó nada. Su paso por la cárcel supuso una especie de universidad sin título académico, y allí se desarrolló lentamente como la persona que hoy es.
Estudió, luchando a brazo partido contra la circunstancia, allanando la miseria, entrando en pasadizos donde no fue más que un número.
El Daniel reo era un hombre perdido, desconocía incluso su cuna, ya que nunca pudo saber quién era su padre biológico. Su madre se llevó el secreto a la tumba, y nunca mejor dicho. Tan olvidado como maltratado, creció a golpe de palizas infantiles, reproches adultos y un sinfín de calificativos que no se correspondían a la realidad. Sin referentes, entregado a una falsa educación estatal en manos de una caridad mal entendida cuya doble moral se justifica sobre el papel.
Los orfanatos franquistas fueron un nido de delincuentes en potencia, de hombres eternamente abandonados a una suerte ausente, cuyos golpes se asumían sin más, por la sencilla razón de que "era lo que había", y allí, donde la letra con sangre entra y quien no te quiere te hace llorar, crecieron miles de criaturas. La beneficencia que tanto daño ha hecho, no procuró sino busca vidas urgentes, luchando por el día a día, sin pensar en mañana : al fin y al cabo, no se trataba de otra cosa que el día siguiente. El futuro no existía, pero aún así, algunos se atrevieron a predecir destinos sin contemplar el clima moral del asunto.
Los bancos, esos ladrones de arte mayor que pasarán a la historia, han sido atracados por una serie de personas tan sumamente determinadas que nadie se ha parado a pensar en ellas. Tras cada atracador se esconde una historia de azar y necesidad, y estas memorias, han contado la de Daniel Pont Martín, sin miedo alguno y con el valor sobrado de un hombre necesario.