Abrazos

 Se aviva con el fuego, es decir, vienen y se van las cosas que menos se han amado, se escucha el gorjeo del niño que no nos ha hecho siquiera sonreír con el disparo de su rifle, por lo demás alguien lo anota. Pasan cerca de ti milanos o si no, será en tu memoria. Creyó ver moverse con lucidez sombras que dan sustos, criaturas de vientre inexplicable. Ahora llueve y sobre sus caderas el frío cuesta contenerlo, mortificar con desdén su enorme paciencia y su rito absurdo. Ya no lo toleran más. Se abren como puertas desmedidas, saben su ingle porque ya se fue la destemplanza a sorber sus ponzoñas. ¿Para qué tanta necedad?, dicen. Le aterran cuando arañan su piel y queman con cigarros el fondo hueco de sus párpados, nadie ha venido a por ti. Nadie ha llegado en tu socorro, se conoce que no ignoran que la ceguera o el desamor existen.

Cultura | 08 de marzo de 2009
Luis Miguel Rabanal


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