Lleno a rebosar, no cabe un alfiler. Un público fiel le sigue sin el menor esfuerzo ante ese arte mayor. Qué grande, Maíta, qué grande?Se acompaña de Sorderita en su Puñaíto de Claveles, más tarde David de María, Ramón Quilate?todo un lujo sobre el escenario.
Entro en el camerino durante el primer intermedio y se produce el abrazo. Largo, intenso, sincero?y Antonio vuelve, se revuelve mientras sigue al pié del cañón, como un guerrero del flamenco sin reposo, hasta que provoca la llamada de la tribu.
El tiempo se posa el la loma?por unas horas no echamos de menos ni el tabaco ante semejante enganche. Ole, Antonio. Gracias por esa noche.