Banderas republicanas, pancartas caseras hechas a conciencia y con conciencia, verdaderos collages que en un espacio reducido conseguían causar el impacto deseado: Investigar los crímenes del franquismo no es delito. Entre la inmensa multitud, personas de todas las edades, algunos con la imagen de su muerto a modo de escapulario. Las palabras de Rosa Regás, también rotundas: "Nos han empujado a manifestarnos. El detonante ha sido el juicio injusto a Garzón, pero la gente está aquí por muchas otras razones. Quieren que se acabe la impunidad, que le expliquen por qué Falange sigue siendo un partido legal, que se busque a sus desaparecidos. Después de muchos años de miedo, al fin se atreven a salir a la calle y expresarse". La mayoría aplastante se ha expresado desde el ejercicio de su propia libertad individual: No nos quitarán la memoria. Cinco mil cabezas, cada una con su historia, rindieron ayer por la tarde el homenaje más sincero, con razón y de corazón, contra el juicio a un juez justo. Es de justicia, de la más elemental, y el pueblo, al fin, ha salido a la calle en manada para apoyarle. En esa plaza recogí una bala de los grises el día de la ejecución de Salvador Puig Antich: todavía la conservo. Hace años que pienso en dejar ese amuleto casi sagrado a alguien muy especial, ahora ya sé para quién es. Entre las pancartas, una enorme foto de Salvador.
Paquita la dinamitera, entrañable donde las haya, se arrancó con dos canciones a capela. Menuda voz...
Minutos más tarde, el actor Fernando Guillén recitó un largo poema que fue concluido por la también actriz Vicky Peña.
Barcelona entera, esa enorme ciudad cosmopolita, por primera vez en mucho tiempo era España, catalán y castellano, por una causa común que consiguió invadir por completo el gran espacio de la Plaza Sant Jaume, donde ya no cabía un alfiler.