El atentado sufrido en Angola por el equipo de fútbol Togolés, que viajaba en un autocar y ha sido salvajemente ametrallado, debería suponer un stop indiscutible: No se juega. Ni juega Togo, ni juega nadie. No basta con unos minutos de silencio. La verdadera repulsa y el autentico rechazo, pasa por actitudes radicales. Puede que se trate de un hecho aislado, pero los muertos cuentan. Se cuestiona la seguridad en la fase final de la Copa del Mundo en medio de una condena oficial que no puede cambiar la realidad: Muertos.
El comité organizador argumenta que el autobús es "un medio de transporte contrario a la normativa del evento". Angola pretendía demostrar que el país se había recuperado tras décadas de guerra civil.
"El incidente no habría tenido lugar en la ciudad".
La guerrilla separatista del Frente para la Liberación del enclave de Cabinda (FLEC) se atribuyó el ataque con ametralladoras contra la delegación togolesa.
El ministro de Angola califica el ataque como "un acto de terrorismo", y sin duda lo es, pero el torneo seguirá adelante, aunque atrás se queden nueve heridos y dos muertos.
El deporte es mucho más que esfuerzo físico, entrenamientos y disciplina. Implica una forma de ser y de estar. "Mens sana in corpore sano". Mas allá de los himnos nacionales y el color de las camisetas, de las negociaciones millonarias por los nuevos fichajes, de las marcas sponsorizadoras y los anuncios televisivos. Mas allá y en el principio están los seres humanos.
Un gran campo vacío debería ser el mejor homenaje. La interrupción de los juegos como la interrupción de la vida, ese es el verdadero silencio y eso es, en consecuencia, acompañar en el sentimiento.