Mientras el hijo de Suárez pide la retirada del libro de la Urbana (perdón, Pilar Urbano) y la Zarzuela toda anduvo en guardia preparando un comunicado al respecto hoy publicado, Esperanza se larga como si tal cosa arrollando la moto de un policía porque no tiene tiempo, porque esperó bastante y porque así las gasta la mujer. Una en su retorcida.Mente incluso piensa si el asunto no estaría montado para que se hablara menos del libro en cuestión.
De la Esperanza al Pilar que nos sostiene pero que muy mala.Mente, esos agentes ahora llamados de la movilidad (será porque ella y sólo ella los mueve a su antojo) vamos, la vieja Guardia Urbana de toda la vida, hermanos azules de los otros más chungos que proceden a palos contra manifestantes, los que la mujer defiende a capa y espada, esos agentes -digo- no consiguieron detenerla porque tenía prisa. Y así es la cosa cuando se ostentan cargos, cuando se tiene morro y a una lo le pasa nada siendo quien es. Arde Twitter, pero no París, y menos España.
En cualquier otro país ella habría dimitido y la Casa Real -que no dijo esta boca es mía cuando el libro del primo de Letizia- ahí está, como la Puerta de Alcalá. La justicia es igual para todos aún con la que está cayendo, que nos impide comprobar eso de que la crisis aminora y los encapuchados violentos acechan por las esquinas quemando containers. Cualquier otro ciudadano habría pasado la noche en el calabozo leyendo el libro de Pilar Urbano antes de su secuestro. La marca de todo esto: España.