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España acusa un duelo entre supuestos caballeros que aspiran al mando intermedio.

Editorial | 15 de junio de 2016
Consuelo G. del Cid Guerra

La historia retrocede a marchas forzadas ese ideario confuso que agrede un bando y otro, desacreditando palabras, personas y posturas. Los insultos aumentan con los días, y la manipulación informativa se mantiene -insistente- presentando a Venezuela como futura amenaza.

Un espejo donde ahora se miran gran parte de los presentes, la turba asustadiza y los indocumentados. No todo está perdido. Los males necesarios y asumidos dan paso al partido pijo disfrazado de izquierda. Ese cuartillo pálido que suda camisas de seda sin saber por dónde daba el aire.

España, bipolar por naturaleza, cuya frontera entre el bien y el mal se quebranta como nunca, aguarda, como Caronte, el paso de su historia. Ahora se le llama karma a la maldición gitana de toda la vida. Y así nos corten la vena del sueño, como dijo Lola Flores. De los falsos aplausos al esputo real. Lo que muy pocos entienden ahora nos atiende. Depende de nosotros: están muertos de miedo.


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