Salimos juntas de acampada. Los recuerdos son confusos y no doy con el lugar. Hacía un frío tremendo y dormimos en el suelo frente a la chimenea de un albergue parroquial. Era la única que entonces no fumaba. Se divertía como nosotras, pero siempre percibí algo espiritual en ella. La he rastreado por el gran dios google. Hace ya treinta años que entró en la congregación Teresiana. Siempre la he recordado. Aquella frescura, tan sana en todas sus cosas, su manera de ser y de hacer... Y sus camisas. Tenía una colección espléndida de amplias prendas que no se encontraban en las tiendas. Parecía una cantante country con sus botas camperas. Siempre pantalones. Un corte de pelo a lo paje que mantenía siempre perfecto, liso, equilibrado. Volvió a Colombia con su hermana y nos dejó una grabación. La escuchamos una y otra vez -puedo oír las primeras palabras-
"¿Qué tal, pequeñas personas?... las voy a extrañar mucho cuando esté allá en Colombia...". Nunca más volví a verla ni a saber de ella hasta hoy.
Era la mejor de las compañías. Seguro que es una monja divina. Ay ¡si pudiera retroceder un ratito, sólo un ratito, te daría las gracias por todo, Elia.
"A través de la ventana
Vi que la vida pasaba
Que el verano terminaba
Y el otoño comenzaba...
A través de la ventana
Vi que la vida pasaba
Que aquel niñito crecía
Y aquel viejo se moría
Hay que vivir la vida
Hay que vivirla sin descansar..."
Elia Fleta.