El último canto de La Vieja Sirena

Me llamo Martín Cid y soy escritor y a veces escribo libros y tengo entre manos uno llamado "La Vieja Sirena", basado en la obra de Homero (aunque como siempre me pasa al final, nada que ver con la original). En realidad, sólo en una anécdota.

Cultura | 29 de octubre de 2009
Martín Cid

La fascinación por estos "animalitos" me trae a la mente su origen, bien claro para los que recuerden el poema épico. No eran los seres submarinos que recordamos de alguna producción de dibujos animados, no: se trataba de seres alados y con uñas y con rostros arrugados, de lo que se deduce que bastante desagradables. Sólo había en ellas un resto de seducción: su canto. Fue por ello que los marineros ataron a Odiseo al mástil y se pusieron cera en sus oídos para así no escucharlas en lo que hubiese sido su seguro naufragio.

Sólo años más tarde los mitos escandinavos convirtieron a las sirenas griegas en los seres con cola de pez y aspecto humano que salvaban a los marineros en los naufragios.

Hubo un libro también llamado Ulises que emplea este símbolo para reflejar el lenguaje gastado en una noche de Dublín. Y es que, según contaba el propio Joyce, este capítulo estaba compuesto a imitación de ciertas "noveluchas" poco recomendables, imitando su estilo y condición. Pero, por suerte o desgracia para el irlandés, el resultado terminó por conformarse bastante lírico (que me temo que era lo que pretendía).

A las cuatro y media en punto termina el capítulo.

Camareras y prostitutas de medio pelo, un cura y algunos personajes más rodean a Bloom.

Los mitos cambian pero permanece la esencia.

Escuchamos los cantos de sirena en el capítulo en forma de burla como también sentimos ecos de cierta ironía en el poema homérico: los seres informes ya estaban allí, y sólo años más tarde la mitología popular decidió convertirlos en seres cuasi-angelicales. Al final del capítulo, Bloom termina "caballerosamente" con algo que ni las buenas maneras ni el espíritu lírico de este artículo me permiten escribir.

¿Recuerdan a las lamias? Seres que atormentan a los que duermen y que les roban el más preciado de sus tesoros: ¿el alma? Es el viejo, también mito, de Fausto y su Margarita: ¿entrega Fausto el alma a Mefistófeles a cambio del amor? Me temo que existe una lectura mucho menos lírica y, a la vez, mucho más en consonancia con el espíritu romántico (el de verdad, no el mal llamado "romántico" de novela rosa): Fausto entrega su alma por alcanzar una deificación en vida y es esto lo que le lleva a caer en el delirio de los cantos siguientes.

Cantos, siempre cantos. ¿Robó el alma Mefistófeles o fue la propia Margarita la gran tentación como lo fue Circe de Odiseo? Fueron los marinos convertidos en cerdos e, incluso y para más burla, Ulises tiene un hijo con la hechicera antes de poder escapar de la isla.

Demasiados puntos en común: la tentación y la caída y la redención. "La vida es pecar, arrepentirse y volver a empezar" ("Stephen Dedalus en 'Retrato del Artista Adolescente'" ¿James Joyce en su propia vida?).

El mito sirve, como diría Aristóteles, de catarsis y nos adivina lo que un día fuimos como dijo Graves, siempre consagrado a su diosa blanca en forma de sirena o de vieja camarera irlandesa.

Al final, todos terminamos por encontrar a La Musa de siete rostros en una vieja taberna de Dublín o en el más profundo de nuestros sueños.

El caso, siempre, es no dejar de soñar.
Y escuchar la música.
Para nunca más volver a despertar.

Creo que "La Vieja Sirena" me vuelve a llamar.
No quiero que me encuentre dormido.
Para nunca más volver a despertar.


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