Cindy Sherman fue una de mis primeras influencias, alguien con quien me identificaba de alguna manera, pero al descubrir que Francesca existía cuando yo ya llevaba mucho tiempo haciendo fotos sin pretender imitar a nadie ni dejar de hacerlo, simplemente me enamoré. Me resulta fascinante cada vez que me encuentro con alguien cuya vida puedo sentir por percibirla como la mía propia.
Autorretratos desnuda en constante movimiento expresando una vulnerabilidad y una intensa vida sexual interior, escenarios abandonados y ajados por el tiempo de los que su propio cuerpo llega a formar parte mimetizándose con ellos y absorviendo su experiencia pasiva, introspección, exteriorización de la angustia y la alegría, gente de su círculo más cercano o algún personaje marginado por la sociedad en las pocas fotografías en las que aparece alguien que no sea ella misma...
Francesca nació el 3 de Abril de 1958 en Denver (Colorado), y su infancia transcurrió entre Boulder (Colorado) y Antella, un pueblo de Florencia frecuentado por artistas, con la suerte de que sus padres de origen italiano también eran artistas plásticos, por lo que no tuvo ningún problema para desarrollar sus aptitudes desde muy pequeña. Su primera fotografía de hecho data de cuando ella tenía 13 años. Entre 1975 y 1979 fue estudiante de la Rhode Island School of Design en Providence, y fue aceptada en el Programa de Honores que le permitió vivir durante un año en las instalaciones de la escuela en Roma. Allí se identificó con el surrealismo (siempre el surrealismo girando a mi alrededor...), el futurismo y la decadencia representada en las paredes desconchadas de viejas mansiones victorianas o fábricas abandonadas y los objetos antiguos que poblaban sus fotografías. En 1979 se trasladó a Nueva York para intentar ganarse la vida como fotógrafa, y allí, mientras enviaba portafólios a fotógrafos de moda sin conseguir nada al mismo tiempo que sufrió una ruptura sentimental, terminó suicidándose al tirarse por la ventana de su loft en Manhattan el 19 de enero de 1981, a la edad de 22 años. Antes de suicidarse le escribió una carta a un amigo de la escuela, Sloan Rankin, en la que decía algo así: "Tengo principios y mi vida en este punto es como un poso en una taza de café, y prefiero morir joven dejando varios logros intactos, como algunos trabajos y mi amistad contigo, antes que ir borrando atropelladamente todas estas cosas delicadas..."
Así acabó la vida y la extensa obra que Francesca realizó durante 9 años, habiéndose publicado hasta la fecha unas 120 fotografías de archivo de las 800 que conforman su cuerpo de trabajo y que los padres de Francesca custodian sin hacerlas públicas.
Una pena no haber podido conocer a Francesca...
Galería virtual con fotografías de Francesca Woodman