Se trataba de un compendio de relatos de Ramón Gómez de la Serna con los pechos femeninos como hilo conductor. La verdad es que en aquel momento los relatos no me interesaron nada y me parecieron mediocres, percepción que al revisarlos de nuevo ha cambiado totalmente, por lo que los volveré a leer. De lo que me quedé prendado, eso sí, fue de las ilustraciones que acompañaban al libro, cuadros de una tal Leonor Fini a la que con mis escasos años desconocía. Esos cuadros y su autora me acompañaron el resto de mi vida, y así lo seguirán haciendo. Voluptuosas mujeres calvas y pelirrojas, onírico erotismo viviendo en medio de la muerte, flores llenas de vida junto a esqueletos y miembros amputados, guiños a figuras e historias mitológicas...
Leonor Fini (1908-1996) fue una pintora surrealista argentina, que una vez trasladada a París entabló relación con artistas como el poeta Paul Éluard, el fotógrafo Henri Cartier-Bresson, el multidisciplinar dadaísta Max Ernst, el pintor Salvador Dalí y el también multidisciplinar Jean Cocteau. La propia Leonor también se dedicó a diseñar vestuario y decorados para obras de teatro, escribió 3 novelas, y realizó ilustraciones para obras de autores como Edgar Allan Poe , Charles Baudelaire o el Marqués de Sade, dando rienda suelta a su vena surrealista y a su atracción por el siniestro erotismo que se respira a través de sus cuadros.
Cada vez estoy más convencido de que los sueños no son simples extensiones de nuestra vigilia ni los encargados de aclarar aspectos relacionados con la misma, sino un universo con entidad propia a pesar de estar interrelacionado con el que nosotros denominamos real, quizás tangible algún día, que nos revela nuestra realidad más íntima.
Leonor, Leonor...