Egipto Total

Egipto Total

Mientras el mundo occidental se sumergía en el debate sobre si el año 2000 marcaba o no el comienzo del nuevo siglo, los habitantes del reino de los faraones anunciaban sin falsa modestia en su publicidad turística: BIENVENIDOS A NUESTRO SÈPTIMO MILENIO. Los dueños de esa región tan legendaria saben que son los únicos que se pueden dar ese lujo.

Egipto | 20 de abril de 2009
Lalo de la Vega

La Republica Árabe de Egipto, como reza su nombre oficial, es un imán para los viajeros de todo el orbe. Allí, donde el río más largo del planeta atraviesa el desierto más grande de la tierra ha surgido una franja de tierra fértil donde se multiplican los milagros. Es precisamente ese caudal de vida y humedad en un medio tan árido el que hace que ya desde el punto de vista estrictamente geográfico sea "algo del otro mundo". Súmesele a eso la fascinación y misterios que despiertan sus obeliscos, jeroglíficos y pirámides y podrá entenderse los que presupone la Aventura Egipto. Allí conviven lo remoto y lo ultramoderno, la opulencia y la miseria, la anarquía del Cairo y las tranquilas palmeras junto al Nilo. Un mosaico de tradiciones, culturas, costumbres, religiones y etnias permite observar antenas parabólicas cerca de monumentos faraónicos mientras beduinas cubiertas de pies a cabeza con un manto negro hablan con un teléfono celular. Tuvimos un guía que había estudiado arquitectura e historia del arte, el cual no se limitó a explicarnos el Qué sino el Porqué y el Cómo de los grandes monumentos egipcios. Él nos hizo comprender que las gigantescas pirámides son sólo la punta del eisberg de lo que constituyó la milenaria civilización egipcia. Mientras más me adentraba en los misterios de esa historia, más cuenta te daba de lo mucho que me falta por aprender. Esa atracción es una droga para los curiosos. Lamentablemente Ali Baba (como le digo a mi vecino árabe en Alemania y compañero de viaje) no resultó ser tan aventurero como yo. Sin embargo en nuestro grupo iba una joven arqueóloga, acostumbrada a explorar lugares desconocidos, que me secundó en muchas de mis andanzas por la tierra de las momias. Contra todas las suposiciones, Egipto no es peligroso. Todo lo contrario. Si bien es verdad que hace unos años, unos extremistas les dispararon a turistas en Luxor, no son menos ciertos los grandes esfuerzos del gobierno para evitar algo parecido, pues saben que el país vive del turismo. Hay una presencia policial constante, más bien exagerada, en las zonas turísticas. Por otro lado el Corán y la moral islámica prohíben robar y si bien a los turistas tratan timarlos en las tiendas, como en todo los países del mundo, los egipcios son mas honrados y hay mucha menos delincuencia no solo que América Latina, sino que en Europa. Pese a las brutales contradicciones entre ricos y pobres, la gente es muy amistosa y amable con los visitantes. Estuvimos cinco días en el Cairo y sus alrededores. Allí visitamos el Museo Egipcio con su máscara de Tut-Anhk-Amón, las pirámides primitivas y las tumbas Mefis y Sakara. Luego frecuentamos de día y de noche las famosas Pirámides de Giza y las partes árabe, europea y moderna de la ciudad. Paseamos por el Nilo y un día fuimos por una carretera en el desierto hasta Alejandría en la costa del Mar Mediterráneo. Mas tarde volamos en avión hasta Luxor, admiramos los templos de la ciudad y navegamos una semana en un crucero por el Nilo de ida y vuelta hasta Assuan. En el sur nos esperaban el templo de Philae, la gran represa de Assuan, el Jardín Botánico y las canteras de granito de donde provenían las piedras para los templos y obeliscos. Luego volamos hasta el impresionante templo de Abu Simbel, cerca de la frontera con Sudan. Nuestro barco se detenía de vez en cuando para visitar distintos monumentos a la orilla del cauce y, de regreso a Luxor, nos quedamos unos días en un hotel junto al río. Aprovechamos la estancia para cruzar el Nilo y visitar los Valles de los Reyes donde estaban enterrados muchos de los faraones. Viví momentos indescriptibles como el caminar por el desierto y ver a mi alrededor exclusivamente cielo y arena, entrar hasta la base de una pirámide, escalar las montañas del Valle de los Reyes, montar bicicleta en el desierto y observar el atardecer desde la terraza del Cataract Hotel en Assuan, donde estuvo hospedada Agatha Christie. En las ciudades, aprovechábamos el fresco de la tarde y la noche para salir a los bazares orientales y conocer los lugares que estaban fuera de la ruta turística. Las veladas en el barco eran de fiesta o transcurrían tranquilas en cubierta, mirando las estrellas en el cielo sin nubes del desierto. Algunas veces yo estudiaba sobre los monumentos visitados y otras disfrutaba de la lectura, en la lengua original de Agatha Christie, de un libro que siempre quise leer al pie de los obeliscos: "Muerte en el Nilo" Junio del 2000


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