La pérdida de identidad en la Literatura

Saludos, estimados lectores. Confesaré, en primer lugar, que no terminé de leer la archi-famosa de Stieg Larsson Los Hombres que no Amaban a las Mujeres (en realidad me leí tan solo cien paginitas de nada). No siempre me ha sucedido esto mismo pero, y me temo que estoy en mi derecho, cuando un libro me aburre o no está abordado desde una perspectiva literaria, me limito a dejarlo y poner un partido de fútbol o alguna que otra actividad elegante e intelectual.

Opinión | 08 de noviembre de 2009
Martín Cid

No soy amante de los best-sellers, no por una cuestión moral o ética sino porque suelen carecer de la perspectiva literaria que toda novela, por el simple hecho de estar inscrita en un género, debería tener. Me explico: leía yo El Código Da Vinci y me invadía la duda de que aquella especie de novela estaba construida como un guión de cine más que como una obra literaria. Resolver un crimen o una serie de crímenes suele tener su gracia (aún espero el best-seller que trate sobre un escritor psicópata que mata editores por diversión), pero la obligación del escritor no es (o no tendría que ser) sólo la elaboración de una trama más o menos coherente y unos personajes que lleven esa trama a la resolución final. Por medio meten algún que otro personaje excéntrico tipo profesor de Oxford con un solo brazo y ya tenemos el best-seller. En la película de ayer metían a una mujer maltratada pero con narices para vengarse (supongo que para atraer al público femenino).

Lo cierto es que el movimiento (va con cachondeo lo de ?movimiento?) literario basado en cifras y estudios de mercado ha tenido una notable influencia en los creadores de los últimos tiempos (amén de que los macro-grupos editoriales se han dedicado a adquirir las pequeñas editoriales que publicaban con cierta calidad). ¿Quién no ha tenido la impresión de estar viendo una película dirigida de antemano a un público cuando está leyendo una novela de nuevo corte? No siempre fue así, desde luego, y cuando el premio Nadal, por poner un ejemplo, era el premio Nadal se premiaban obras de gran contenido literario que no se limitaban a ?enfrentar a unos personajes con determinadas circunstancias?. Esta frase se ha convertido en lema del cine americano de los últimos tiempos y, como arte predeterminado, influye en el resto para reconvertirlo: todo arte ha de parecerse hoy en día al cine (sobre todo la literatura). Desde luego, no es una premisa si se quiere hacer Arte, pero sí lo es si se quiere vender.

Me sorprendí el otro día al ver otra joya del séptimo arte (encima sobrados) llamada El Demonio se Viste de Prada: basada en una novela de? Cuando era adolescente me echaba las manos a la cabeza e intentaba defender mis principios: ¿alguien se había molestado en escribir una especie de estupidez sobre la moda en Nueva York? Sí, señores, alguien que ha vendido finalmente muchos libros y al que han pagado por adaptar su novela al cine. Alguien que, ahora mismo, puede estar disfrutando de un cálido hogar mientras los que hacen arte de verdad probablemente estén mendigando en cualquier esquina. No se crean, amigos, a mí lo de mendigar se me da bien. Pongo cara de pena y digo que soy escritor. Entonces les salen lágrimas de sus ojos y proclaman: ¡Dios Santo! ¡No se puede caer más bajo! Me dan unas monedas y a esperar al día siguiente (tal vez a alguien le dé por adaptar alguna de mis novelas y entonces sí, por fin, tenga para comer un buen bocadillo, ¡como los reyes!).

(Ahora bajaremos el nivel de ironía). ¿De veras alguien que dice ?dedicarse a escribir? puede tener la desfachatez de hacer pasar un guión por una novela? Lo peligroso de esto no es que alguien que sepa lo que hace simplemente lo haga, sino que el sistema convenza a los creadores de que prescindir de los parámetros del propio arte suponga una aseveración de los principios del mismo. ¿No lo hacía Picasso? Gran mentira traída desde el otro lado del charco por parte del país de la libertad y la sanidad privada. Picasso reflexionaba sobre los grandes principios creadores del arte pictórico para crear algo nuevo, una reflexión dentro de una pintura dentro de otra pintura (y esto nos llevaría claramente a la teoría de espejos de Velázquez). En literatura era todavía más claro: el Ulises de Joyce era un retruécano a treinta siglos de literatura. Por más que lo pienso, no puedo encontrar el nombre de un creador que no reflexione sobre los principios de su existencia (arte).

Hoy en día parece que este ?gran arte? se ha perdido y que las librerías de todo el país premian la mediocridad basada en la tiranía de las grandes editoriales empeñadas en ampliar sus arcas basadas en un sistema de monopolio evidente.

Tampoco quiero confiar en Internet (que creo que hoy cumple precisamente cuarenta años) como el gran Mesías de la Literatura:

-Una vez superados los intermediarios? ¡El proletariado tendrá el poder!

Me temo que el poder (hablo literariamente) no consiste en romper todos los filtros y que cada uno lea lo que le da la gana. Siempre existirán (y deben existir) filtros: de cada diez mil novelas que se escriben noventa mil novecientas son ?basura?. ¿Tendremos que pasarnos una vida inmersos en las ?heces? para encontrarnos con una buena novela? Desde luego que no, y por eso los filtros de calidad deberían funcionar mejor. ¿Cuáles son los filtros de calidad? Desde luego, no los filtros económicos que han confundido con ?buena literatura?.

Pero también internet (y los lectores) tienen mucho que decir en esta nueva era que está a punto de comenzar: convertirse en lector-crítico supone convertirse en el filtro de la literatura que ha de venir en el futuro y, por desgracia para las grandes editoriales, las novelas que sobrevivan en la Historia serán inevitablemente de calidad.

Desde aquí, en este pequeño púlpito desde el que se me permite disertar y opinar, llamo al lector a hacer una lectura inteligente y selectiva, a ayudar a los autores a crear una Nueva Literatura respetando los parámetros del tiempo y de los grandes autores. Permitamos que los ?autores del marketing? sigan con esos guiones (que a veces están muy bien, no lo niego), pero tengamos siempre en cuenta que esa ?Gran Literatura? habrá de existir y que es nuestra obligación darla a conocer y, sobre todo, hacernos un poco más grandes con su lectura.

Desde mi esquina, mendigando, yo os bendigo, ?Grandes Lectores?.

 

http://www.martincid.com


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