Mil abrazos

¡Ya llega, ya llega!? gritaron las niñas cuando la vieron aparecer por la puerta del patio del colegio.Cristina, una niña muy dulce, rubia, de ojos castaños y Nuria, una niña morena con los ojos marrones, corrieron al encuentro de la mujer.?¡Mis niñas!? exclamó ella mientras las abrazaba y besaba.

Opinión | 06 de mayo de 2009
Tali

?Hoy has tardado mucho. Ya pensaba que no venías? dijo Cristina un poco enfadada.

?¿Qué te ha pasado?? le preguntó Nuria, que era muy curiosa.

?Tenía que secar mis lágrimas, antes de venir a veros, mis tesoros? dijo la mujer muy bajito? para vosotras, sólo risas.

Y en voz más alta les respondió: ?me he retrasado un poco, pero ya estoy aquí?

Y las niñas sonrieron y se abrazaron a ella con más fuerza.

De repente, un torbellino pelirrojo, llamado Raquel se abalanzó sobre la mujer. Ella empezó a reír.

?¡Raquel, mi pitufina! La levantó por los aires y la besó mientras reía feliz.

Raquel era una niña menudita y muy traviesa que siempre estaba sonriendo y le contagiaba su alegría a la mujer.

?Yo también quiero? le pidió Andrea, una niña muy tímida.

?Claro, cariño.

Y Andrea empezó a reír, mientras daba vueltas en sus brazos, le encantaba que le llamaran ?cariño?.

Cuando la dejó en el suelo vio que Inés se acercaba muy despacio, la frente en alto y mirada desafiante.

?Para ti también tengo un abrazo? le dijo.

Inés entonces sonrió y se acercó.

?Ella no cabe? dijo Cristina.

?Todos caben? contestó la mujer. Y los brazos se alargaron un poco más.

?Pero es que ella nos pega? contestó Andrea.

?¡Mi mamá me ha dicho que no debo dejar que me peguen!?se defendió Inés? que pegue yo primero.

?Mi niña, qué equivocada estás?susurró la mujer, mientras la abrazaba con más fuerza que a las demás.

Y una lágrima empezó a formarse en su corazón.

El club calavera, formado por tres terremotos llamados Gerardo, Diego y David, la ?salvaron? de su tristeza.

?¡Señorita, señorita! Mira qué tenemos?gritaban mientras se acercaban.

Y le enseñaron sus tesoros formados por coches, stacks y gormitis.

?Son chulísimos? exclamó la mujer.

Y los tres se miraron mientras sonreían satisfechos.

Los brazos de la mujer volvieron a alargarse. Faltaba Lucía, que hoy llevaba dos trencitas que realzaban más su carita menuda y sus ojos chispeantes.

?Mi rosa de pitiminí.

?Te quiero?contestó, Lucía. Y le dio un gran beso en la mejilla. Era la más cariñosa de todas.

?Yo también. Te quiero mucho, mi rosa de pitiminí.

Y Lucía rió, y todos los niños rieron, y la capa de hielo que cubría el corazón de la mujer se derritió, permitiendo que su niña interior pudiera al fin, llenarse de luz y salir al exterior para reunirse con sus amigos y compartir con ellos juegos e ilusiones.


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